Vestimentas litúrgicas tan cargadas de significado
Casulla, capa pluvial, dalmática… ¡Difíciles de encontrar en el armario de los oficiantes!Explicaciones de las colecciones del Terra Sancta Museum de Jerusalén.
Cubrir y revelar. Esta es la misión de las vestiduras litúrgicas católicas. Formando un conjunto de piezas unidas por un mismo material, color y dibujo, estas prendas están destinadas a vestir a los celebrantes durante las ceremonias religiosas y a distinguir su función: obispo, presbítero, diácono, subdiácono… También se denominan ornamentos litúrgicos, del latín ornamentum «frente» y ornare «adornar». Por el cuidado puesto en su decoración y en su preparación, a veces cercanas a las bellas artes, embellecen la liturgia y animan a los fieles a volverse hacia la verdadera Belleza, la de Dios. Si hoy los ornamentos litúrgicos tienden a simplificarse y desplegar menos pompa, la Iglesia reconoce desde el Concilio Vaticano II (1962) en la Sacrosanctum Concilium la importancia del arte sacro como la actividad humana con más posibilidades de acercarse a la perfección de Dios.
Desde su llegada a Tierra Santa en el siglo XIII, los franciscanos han concedido un papel importante al arte al servicio de la liturgia. Guardianes de los Santos Lugares, han recibido regalos de las cortes europeas desde la Edad Media, consistentes en objetos y vestiduras litúrgicas de gran riqueza. Esta colección única, de 900 ornamentos litúrgicos, se exhibirá en parte en la futura sección histórica del museo de la Custodia de Tierra Santa, el Terra Sancta Museum. Mientras esperamos la apertura del museo, comencemos por observar el origen de la forma y el simbolismo de las vestiduras litúrgicas.
Una forma grecorromana original
La forma de las vestiduras litúrgicas que conocemos hoy en día ha evolucionado mucho. Se origina principalmente en la ropa grecorromana que usaban los civiles en el siglo I d. C. Bajo el Imperio Romano, los sacerdotes usaban la misma ropa que los civiles, pero cosidos de un material superior. Con el tiempo, las formas se simplifican al máximo para mayor comodidad, pero se da más importancia al material y a la decoración, que se vuelven más complejas, haciendo que la prenda en ocasiones sea muy pesada.
La casulla, la vestidura característica de los sacerdotes durante la Misa, toma la forma amplia de la casubla romana, un abrigo grande y ancho que permite que la cabeza sobresalga. Posteriormente toma la forma de una prenda rectangular en la parte posterior y piriforme por delante, dejando libres los brazos y las manos. La forma se estabilizó a principios del siglo XX.
La capa pluvial es usada por el sacerdote o el obispo para funciones solemnes, especialmente durante las procesiones. Del latín cappa, capucha o capa, su forma deriva de los grandes abrigos romanos para protegerse de la lluvia. De forma semicircular, envuelve al sacerdote hasta los pies y está unido al cuello por un broche.
La dalmática, cuyo nombre recuerda su origen dálmata, ha sido la prenda por excelencia del diácono desde el siglo IX. Es una túnica de mangas anchas en forma de cruz, introducida en la liturgia en el siglo IV. Originalmente blanca, se fue adaptando a la evolución de los colores de las vestiduras litúrgicas.
Hay testimonios de las primeras vestiduras usadas por los sacerdotes en ciertos mosaicos de los siglos VI-VII, en particular en Rávena en el mosaico de San Apolinar. En ese momento, todavía se puede confundir a un sacerdote con un civil romano. Con el desarrollo del simbolismo religioso en la Edad Media, las vestiduras litúrgicas adquirieron una identidad católica verdaderamente única.
Un simbolismo medieval
En la Edad Media, la Iglesia de Romase constituye gradualmente como una institución con gran refuerzo de leyes. Codifica y unifica los ritos según el modelo romano. Así, se regula el uso de colores y materiales para la confección de las vestiduras litúrgicas. Fue alrededor del siglo XIII cuando se desarrollaron las primeras fábricas de ornamentos y talleres textiles. Sabemos hoy que el convento franciscano de San Salvador en Jerusaléntenía un taller textil para la confección de sayales franciscanos y la restauración de ornamentos litúrgicos.
En ese momento, la Iglesia asoció un significado simbólico a las vestiduras litúrgicas. La casulla simboliza la caridad, necesaria para que el sacerdote celebre la Eucaristía. La dalmática se asocia con la benevolencia, la inocencia y la alegría.
La estola, un largo pañuelo que llevan alrededor del cuello todos los oficiantes, tiene un estatus especial ya que no es una prenda propiamente dicha, sino una insignia. Es un accesorio para marcar claramente la función del celebrante. La estola recuerda la significativa carga que pesa sobre el clero, a la vez que es el símbolo de la gracia de Cristo que lo acompaña. El diácono lleva la estola sobre el hombro izquierdo y se cruza sobre la parte derecha del cuerpo. Simboliza su dedicación al servicio de la Misa. El sacerdote la lleva en ambos hombros y se cruza a la altura del pecho hasta la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II. Finalmente, el obispo la deja colgar alrededor de su cuello.
Diversos materiales y decorados.
También se codifican los materiales utilizados en la fabricación de las vestiduras litúrgicas. Sin embargo, las reglas siguen siendo flexibles y el simbolismo más subjetivo. El único criterio parece ser la dignidad del material. Así, el uso de la seda y la lana fue el más extendido durante mucho tiempo, por su carácter noble y bajo coste. Las cosas se complicaron en el siglo XIX con el desarrollo de mezclas de fibras y fibras artificiales. Varios decretos fueron firmados por la Sagrada Congregación de Ritos: la lana se prohibió en 1837 y se reguló el uso de la seda a partir de 1882 para la elaboración de la casulla. Hoy en día hay muchas prendas hechas de materiales sintéticos, que son menos costosas y más convenientes.
La decoración es sin duda el área más creativa porque está menos codificada. Asume un papel decorativo y estructurante, pero también funcional: distinguir las diferentes vestiduras litúrgicas. También refleja la preocupación simbólica de los talleres y el gusto de la época. Hay una pluralidad de formas de decoración: telas, pintura, bordados… Sin embargo, generalmente hay un fondo formado por adornos con rayas, es decir, rayas largas bordadas con oro. La raya se usa para enfatizar la forma de la prenda y para hacer las cruces. Para fines ornamentales, el bordado era la técnica más común. Hay representaciones de escenas bíblicas en la Edad Media. En el siglo XVII, el gusto era más por las composiciones florales. El bordado desapareció gradualmente de la ropa en el siglo XIX en beneficio de ricos tejidos policromados.
Lejos de ocultar las apariencias, las vestiduras litúrgicas revelan la función de los celebrantes y su papel en la liturgia. Apreciables en su forma, su simbolismo y sus decoraciones, marcan el inicio del momento de la celebración. Los oficiantes asumen así el papel de intermediarios entre los fieles y Dios.
(traducido del francés por Jorge Trejo Olivares)
Charles-Gaffiot, Jacques, Trésor du Saint-Sépulcre, Paris, Cerf, 2020.
Chatard, Aurore, « Les ornements liturgiques au XIXe siècle : origine, fabrication et commercialisation, l’exemple du diocèse de Moulins (Allier) », In Situ [En ligne], 2009. url : http://www4.culture.fr/patrimoines/patrimoine_monumental_et_archeologique/insitu/pdf/chatard-1325.pdf
Migne, Jacques Paul, Origine et raison de la liturgie catholique, Paris, coll « Bibliothèque universelle du clergé », (1844), 1863.