15 Noviembre 2020

La iluminación de manuscritos en nuestros días: «Paciencia angelical y ojos de lince»

El parisino Olivier Naude lleva una doble vida. Trabaja a diario como agente de seguros, pero su verdadera vocación es la iluminación de manuscritos y acaba de completar varias obras maestras para el Terra Sancta Museum. Como los artísticos monjes medievales de la edad de oro de la iluminación, Naude es todo precisión, paciencia y pasión. Conoce al hombre para quien el pan de oro no tiene secretos.

Es la reunión de septiembre de 2020 del Comité Científico del Terra Sancta Museum, y Olivier Naude, invitado a participar en una sesión de trabajo, presenta cuidadosamente las delicadas láminas que realizó para el Museo. «Lo que veis frente a vosotros representa más de 400 horas de trabajo», deja escapar humildemente. Cuatrocientas horas para recrear tres textos iluminados que se colocarán en las sacras de nácar de Belén. Los miembros del comité están encantados con los motivos y la caligrafía exquisitamente pintados. Unos días después, lo encontramos en el acogedor ambiente de su apartamento parisino. Pequeñas pinturas en colores brillantes salpican las paredes, muchas de las cuales se exhibieron recientemente en la exposición del 2019 «Iluminaciones: Pintar el infinito en miniatura» en la Institución Sainte-Marie d’Antony, en la región parisina.

La versatilidad de un artista

También excelente como profesor, Naude explica en primer lugar que el arte de la iluminación de manuscritos ha reunido tradicionalmente diferentes oficios: «… hasta el siglo XVIII, los iluminadores trabajaban con calígrafos, escribas que transcriben textos y doradores que agregaban detalles en oro a los manuscritos. Los iluminadores participaban sólo en la decoración de los manuscritos. Eran verdaderos artistas. Los más grandes iluminadores de la Baja Edad Media francesa, Jean Fouquet y Jean Bourdichon, fueron ante todo pintores, al igual que su contemporáneo italiano, Fra Angélico». Hoy, sin embargo, explica, los iluminadores de manuscritos ya no trabajan en un «taller» o junto a otros artesanos. Por lo tanto, también deben hacer la caligrafía y el dorado ellos mismos, antes de llegar finalmente a la pintura, el corazón de su profesión.

Naude trabaja con papeles especiales que imitan el pergamino, así como pergaminos reales de piel de cordero o cabrito que requieren semanas de preparación. La primera fase del trabajo es la «diagramación» o maquetación, que es el establecimiento de las líneas que guiarán la escritura de las letras. Luego trabajamos en la caligrafía. A esto le sigue el dibujo preliminar y luego el dorado, paso que requiere una gran atención al detalle. «Puede parecer sorprendente, pero las partes de oro se hacen inmediatamente después del dibujo. La hoja de oro no se puede aplicar después de pintar, porque las escamas de metal que se espolvorean [durante el proceso de dorado] tienden a adherirse a la pintura [húmeda] …», explica apasionado.

Pero lo que hizo famosos a los manuscritos del siglo V al XVIII fue el uso innovador del color – compuesto por pigmentos naturales – que dieron profundidad y brillo a las pinturas iluminadas de los manuscritos. «Obras tan impresionantes que ni siquiera los revolucionarios franceses se habrían atrevido a destruir durante los numerosos saqueos de las bibliotecas de la abadía», dice Olivier. «No debemos olvidar que, hasta el Renacimiento, los dos grandes soportes de la pintura fueron los muros de las iglesias y los libros. Debido a que los libros se mantienen cerrados, las pinturas que contienen se han conservado perfectamente y [todavía] deslumbran a la vista». Esta forma de arte y patrimonio cultural es cada vez más conocida ahora que muchos manuscritos han sido digitalizados y están disponibles en línea.

Inspiración y creación

Contactado por Jacques Charles-Gaffiot – miembro del Comité Científico – durante la restauración de las sacras de los siglos XVII y XVIII realizadas por maestros del nácar de Belén, Olivier Naude advirtió que los textos de estas «memorias para celebrantes» habían desaparecido. «Antes de nada tuve que transcribir los textos litúrgicos de la mejor manera posible para dejar espacio a la miniatura, ¡porque sobre todo soy iluminador, no calígrafo!». Supuso un verdadero desafío para este artista, que ha trabajado en formatos que van desde diez a veinte centímetros como máximo: «Nunca pensé que podría producir caracteres caligráficos tan pequeños. Lo siento por el pobre celebrante que tendrá que usarlo, se dejará los ojos», bromea.

El artista pudo entonces dar rienda suelta a su inspiración en la iluminación. «Para las primeras sacras que hice, me inspiré en los manuscritos encargados por Luis XIV en el taller de iluminación de les Invalides en París. Encajan bien en el museo. Para el segundo encargo, las sacras son un poco más grandes y recuerdan al barroco italiano, así que me inspiré en un manuscrito florentino del siglo XV, el breviario del rey de Hungría Matías Corvino, una obra ricamente decorada».

Iluminación, un arte expresivo

Olivier Naude, sentado frente a su mesa de dibujo, se desenvuelve con soltura entre pinceles y materiales para mostrarnos el dorado y el color que se esfuerza en aplicar. En la sacra central, las guirnaldas están compuestas por más de 260 flores con sus capullos; los medallones trazan fielmente la infancia de Cristo hasta el lugar donde se produjeron los marcos, Belén. «Mi trabajo es conseguir hacerlo infinitamente pequeño, pero nunca olvidar que debe seguir siendo una pintura expresiva, por pequeña que sea, ¡no las patas de una mosca! Para esto no hay ningún misterio: una pintura exitosa se basa en un dibujo exitoso, es decir, en una línea finamente dibujada y expresiva. ¡Un poco como las personas que se definen por sus rasgos de carácter!».

La progresión es lenta y el trabajo es delicado para preservar lo ya logrado. «Mira estos fondos, es solo una sucesión de pequeñas pinceladas que te permiten obtener una tonalidad de azul tan delicada, que incluso el manto de la Virgen, que también es azul, se destaca sobre el fondo», nos muestra en el primer encargo que regresará a Jerusalén muy pronto. Y el artista concluye con un toque de humor: «¡En la iluminación de los libros, lo más difícil es resistir! ¡Necesitas tener paciencia angelical y ojos de lince! Es una profesión contemplativa, donde entiendo por qué los monjes, totalmente desconocidos, han practicado este arte durante siglos, cantando sus salmos entre dos sesiones de iluminación.

 

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