El Terra Sancta Museum de Jerusalén, un museo misionero
A finales de 2024 se completarán en Jerusalén las obras estructurales del futuro Terra Sancta Museum – Arte e Historia. El proyecto está ahora en manos de los arquitectos y escenógrafos que diseñarán pacientemente cada sala y cada vitrina de los 890 m² de exposición, sin dejar nada al azar: “Es una verdadera confrontación con la realidad. Con el comité científico hemos soñado con un museo, hemos estudiado nuestras colecciones, hemos trazado un itinerario y un discurso, hemos definido las intenciones iniciales. Ahora entramos en una nueva fase, se trata de la factibilidad concreta del proyecto”, explica con entusiasmo fray Rodrigo Machado Soares, superior del Convento de San Salvador, arquitecto discreto pero indispensable del museo.
Fray Rodrigo, brasileño en Tierra Santa desde 2013, está comprometido con este proyecto porque, a sus ojos, tiene una dimensión misionera singular: “Los franciscanos no son coleccionistas de arte. Nuestra colección se compone principalmente de regalos ofrecidos, como actos de devoción a los diversos santuarios de Tierra Santa para celebrar el culto divino. Estas obras reflejan los estilos artísticos de diferentes culturas, países y épocas. Veo este museo como una invitación a contemplar lo bello. No la belleza por la belleza, sino una invitación a ir más allá de lo visible y vislumbrar algo más grande: el Señor manifestándose. Y a fray Rodrigo le gusta citar a san Agustín en sus Confesiones: ´Demasiado tarde te he amado, oh Belleza tan antigua, oh Belleza tan nueva. ¡Demasiado tarde te he amado! ¡Tú estabas dentro de mí, pero yo estaba fuera de mí mismo, y allí te busqué! ´ Los franciscanos de Tierra Santa han asumido este reto con el Terra Sancta Museum, utilizando las obras de arte para conectar con una realidad trascendental. Nuestro fraile brasileño ilustra su punto: “Admiren el esplendor del antipendio (decoración frontal del altar) donado por el Comisariado de Tierra Santa en Nápoles en 1731. Se buscó el material más noble, labrado y repujado de plata, para manifestar el Misterio del Espíritu Santo descendiendo sobre María y los apóstoles”.
En este momento, es fácil ver cuánta mediación cultural y trabajo didáctico será necesario para acompañar a los diversos visitantes, creyentes y no creyentes, en su descubrimiento de estas obras. Fray Rodrigo está convencido: “La misión comenzará realmente cuando se abra el museo. No basta con tener obras bellas. Otros museos también las tienen, y se tratará de dar testimonio, entonces como ahora, de la importancia de los Santos Lugares. El arte es una forma contemporánea de relacionarse con los Santos Lugares. Todo depende de la historia que contemos, de la experiencia en la que podamos sumergir a los visitantes.”
“De acuerdo con este ´ADN litúrgico´, algunas de las obras más significativas tendrán que salir de las vitrinas del museo para unirse al altar y a la sacristía en determinados días festivos. Por ejemplo, el famoso antipendio de 2.40 metros de ancho se trasladará a la iglesia de San Salvador para la fiesta de Pentecostés. Su ´primo´ napolitano, el tabernáculo de Andrea de Blasio, se expondrá el Jueves Santo. La estauroteca (relicario con fragmentos de la Vera Cruz), realizada por Rémond Lescot (1628 en París), se utiliza para la fiesta de la exaltación de la Santa Cruz en el Calvario. Y la rosa dorada ofrecida por el Papa Pablo VI en 1964 seguirá siendo llevada en procesión a Belén para la Epifanía.”
“Si te hablo del funeral de Cristo, es aún más obvio, se trata de una celebración única que tiene lugar en la Basílica del Santo Sepulcro el Viernes Santo, y conserva una tradición ya mencionada en el ceremonial específico de la Custodia de Tierra Santa en 1754. Algunas de las obras fueron donadas específicamente para esa celebración, y son verdaderos testigos de la liturgia específica de Tierra Santa. Por ejemplo, el bajorrelieve de la Resurrección fue donado por el cardenal Giacomo Antonelli en 1875 para ser colocado en el edículo de la tumba, o los ornamentos del Arma Christidonados por el comisariado Lombardi para la liturgia del Viernes Santo en el Calvario.”
“Así que, para estas ocasiones, es obvio que tendremos que encontrar la manera de hacer saber a los visitantes que tal o cual obra no está en préstamo en otro museo, sino que se devuelve temporalmente a su uso original. Eso es lo que hace que nuestra colección sea tan original: ¡está viva!”, concluye el franciscano.