Mi experiencia al servicio de la sección arqueológica SBF del Terra Sancta Museum.
Como recién graduado en Economía y Gestión del Patrimonio Cultural en la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán, estaba buscando una oportunidad que me permitiera concretar lo adquirido en el campo académico.La posibilidad de realizar un período de servicio en el Terra Sancta Museum era una oportunidad que no debía desaprovechar, tanto porque trabajaría en un sector similar a mis estudios, y porque viviría en Jerusalén, una ciudad con un contexto histórico y cultural fascinante.
El colaborador Pietro Fusi en la Sala Nazaret © TSM.
Una propuesta para mí
Dadas las premisas, tenía muchas ganas de iniciar esta nueva experiencia, aunque, para ser sincero, no conocía este museo y sabía muy poco sobre la actividad arqueológica de los frailes franciscanos en Tierra Santa. Por esto tengo que agradecer a proTerraSancta, y en particular a Tommaso Saltini, Director de proTerraSancta, por presentarme esta realidad. «Mi desconocimiento» al respecto, se reveló muy positivo en mi primer acercamiento al museo, al descubrir con asombro la existencia de una altísima y relevante colección artística y arqueológica. En segundo lugar, me sentí estimulado y valorado por las actividades que me propusieron realizar in situ, como por la posibilidad de hacer aportaciones a un proyecto que se renueva.
Este período vivido en la Sección Arqueológica del Studium Biblicum Franciscanum, parte del Terra Sancta Museum, resultó formativo debido a la variedad de tareas que me fueron confiadas. De hecho, para empezar a entender la dinámica del museo, las actividades que se desarrollan dentro del mismo y el tipo de visitantes que lo frecuentan, en mis primeras semanas de estancia realicé actividades de recepción de visitantes y registro de entradas. Comencé a ver que al involucrarme en estas situaciones, también influía en mi crecimiento personal, por ejemplo en la relación con las personas y sus necesidades, al escucharlas y comprenderlas, aprendiendo de la paciencia franciscana.
Sala del osario Dominus Flevit © TSM.
Primeros pasos en la catalogación
Posteriormente comencé a colaborar con Daniela Massara, curadora de las colecciones arqueológicas y directora ejecutiva del museo, quien me guío en tareas más afines a mi trayectoria de estudio y mis pasiones. Me involucré en la catalogación de hallazgos arqueológicos, investigando o verificando sus fuentes bibliográficas, así como sus contextos arqueológicos de procedencia, cuando se conocen. Por último, también participé en actividades de gestión y de análisis estadístico y, siendo un museo todavía en construcción, algunos días los dediqué al «trabajo pesado»: la recuperación de objetos del almacén, su transporte y, por tanto, la correspondencia de sus registros en la base de datos.
Parte del trabajo de catalogación se realizó en la sala dedicada al Dominus Flevit, que expone los hallazgos de las excavaciones por fray Bellarmino Bagatti. Las investigaciones en esta zona del Monte de los Olivos han puesto de relieve tres fases principales: las tumbas jebuseas, la necrópolis romana y el monasterio bizantino, de los cuales algunos materiales han sido cuidadosamente seleccionados para contar su historia. Es una de las salas más atractivas en comparación con las demás, ya que se extenderá en dos salas. En una de ellas se encuentran numerosos osarios de época herodiana (siglo I a.C. – siglo I d.C.), que llaman la atención por sus formas, decoraciones, inscripciones y colores. En la otra sala se exponen los ajuares encontrados en el interior de las distintas tumbas, por ejemplo, cerámica de la Edad del Bronce, joyas, vidrio, metales de la época romana y algunos fragmentos de mosaicos y otras decoraciones encontradas en el monasterio bizantino.
Campo de los Pastores durante la excavación del Padre Virgil Corbo © TSM.
Descubrir la arqueología de Tierra Santa
Para esta sala fue necesario revisar y actualizar los archivos de los objetos expuestos y para ello fue imprescindible «peinar» cuidadosamente los libros, en este caso escritos por los frailes arqueológicos franciscanos. Esta actividad nunca la había realizado y la encontré útil e interesante para mejorar mi cultura personal. Durante estos meses también tuve la oportunidad de participar en excursiones a los lugares donde los franciscanos excavaron y recuperaron la mayoría de los hallazgos, que ahora forman parte de las colecciones del museo. En particular, los lugares que visité fueron la Casa de Pedro en Cafarnaúm, el palacio-fortaleza llamado Herodión y el Campo de los Pastores en Belén. Respecto a este último sitio, tuve el placer de tener como guía a fray Eugenio Alliata, gran arqueólogo y director general del museo.
El Campo de los Pastores es un complejo monástico (Khirbet Siyar el-Ghanam) que se eleva al este de Belén, sobre una colina en la llanura conocida como los «Campos de Booz»; las ruinas ahora están rodeadas por una valla de mampostería que delimita la propiedad franciscana. El primer edificio se construyó hacia el siglo IV d.C., en una zona ocupada en la época romana; fue ampliada entre los siglos VI y VII. Como observa agudamente fray Virgilio Corbo «A partir del siglo VIII el monasterio cayó en el mayor abandono y la vida allí cesó completamente hasta nuestros días, cuando con la reconstrucción del nuevo santuario, el culto cristiano volvió a cantar las alabanzas del Altísimo». De hecho, lo que vemos hoy es el resultado de las excavaciones de los frailes franciscanos y, en particular, de la actividad de fray Corbo, que en los años cincuenta exploró las ruinas de los monasterios bizantinos cerca de Belén.
Huesos trabajados del monasterio de Campo dei Pastori © TSM.
Logros y expectativas para el futuro
Procedentes de una cueva encontrada durante las excavaciones en el Campo de los Pastores, el museo conserva huesos grabados que destacan por su originalidad, en la sala dedicada al monaquismo. Se trata de placas rectangulares talladas de hueso de camello, probablemente utilizadas alguna vez para cubrir una caja de madera (quizás un relicario). En él están grabadas flores y hojas que parecen inspirarse en el diseño de la tradición textil. Aunque se trata de un modesto producto artesanal, me llamó la atención por su singularidad.
Me gustaba combinar acciones y teoría: recepción de visitantes con estudio de libros sobre excavaciones arqueológicas en las que se utilizaban técnicas aparentemente diferentes pero integradas. Esta experiencia fue importante porque me permitió poner en práctica la teoría estudiada en la universidad, resolviendo los problemas del museo y al mismo tiempo investigando más sobre diversos temas. Desde un punto de vista estrictamente personal, en estos últimos meses he tenido la oportunidad de estar en contacto con una realidad muy cercana a mis pasiones y mi formación. Estar en contacto activo en este contexto, ser parte del proceso de organización y gestión fue un motivo de orgullo para mí y confirma que es el camino que quiero seguir en los próximos años de mi vida.
Ahora, después de tres meses, es hora de regresar a Italia. No oculto el deseo de poder volver a Jerusalén y al Terra Sancta Museum, donde me sentí acogido desde el primer día, y aprendí mucho. Espero haber sido útil con mis actividades. Agradezco a Daniela, a fray Eugenio y a todos los que me acompañaron en esta experiencia.