30 Diciembre 2022

Cuando las reliquias de la Custodia de Tierra Santa manifiestan la filosofía del Terra Sancta Museum

de EMILIE REY

Venerar la reliquia de un santo significa reconocer su valor como testimonio de fe en nombre de Jesús, expresando el deseo de imitarlo y rezando a Dios a través de su intercesión. Exploremos la colección de reliquias de la Custodia de Tierra Santa.

Guillaume Saint-Didier, voluntario de DDC, llegó a la Custodia en marzo de 2018: «Cuando descubrí la oficina de Patrimonio Cultural, pregunté cómo podría ser útil y recibí cajas de cartón llenas de reliquias que dejó fray Cristoforo Alvi tras su partida del convento de San Salvador». Guillaume aún no lo sabía, pero estaba a punto de embarcarse en un trabajo meticuloso que lo comprometería durante muchos meses. La colección de reliquias de la Custodia recoge más de 1300 piezas solo en el convento de San Salvador.

Concretamente, había que clasificar las reliquias en orden alfabético «santo por santo», fotografiarlas y, a continuación, crear una ficha para cada relicario de modo que fueran inventariadas en la base de datos de la Custodia. Sin embargo, para muchas de ellas, no se conocía el origen. «Muy pocas reliquias tienen certificados de autenticidad y el certificado más antiguo data de 1790. A veces las actas estaban separadas de las reliquias y en la mayoría de los casos absolutamente inexistentes. Por lo tanto, era necesario ser muy cautelosos y, dada mi formación como arqueólogo, trabajé con espíritu crítico ya que en muchos casos solo se podían hacer suposiciones y que, en la Edad Media, el tráfico de reliquias era muy extendido», continúa Guillaume.

Las nuevas reliquias que llegan a Tierra Santa ya están trazadas. El pasado mes de noviembre, las religiosas franciscanas que gestionan Maria Bambina -la casa de los voluntarios de la Custodia- celebraron a su santa patrona, Isabel de Hungría. Para esta ocasión, gracias al trabajo de clasificación realizado, Guillaume hizo posible la exposición de la reliquia de la santa durante la celebración. «Nadie sabía que teníamos una reliquia de Santa Isabel, este trabajo permitió arrojar luz sobre la riqueza de nuestra colección», afirma fray Stéphane Milovitch, director de la Oficina de Patrimonio Cultural de la Custodia de Tierra Santa.

Guillaume nos muestra un relicario original que contiene 365 santos para los 365 días del año, según la organización del antiguo calendario y las solemnidades de los Santos Lugares: «Estos bienes son peculiares de la Custodia, hay numerosos fragmentos de piedras extraídas de los santuarios y también el agua del Jordán contenida en un vial». Dentro de unos días celebraremos la fiesta de Pentecostés. «Estamos celebrando el nacimiento de la Iglesia de Cristo que nació aquí, en Jerusalén. Después de la lapidación de San Esteban, los primeros cristianos abandonaron Jerusalén dando vida a varias comunidades. La Iglesia universal se iba enriqueciendo así con una multitud de iglesias hermanas. La Iglesia de Jerusalén es por lo tanto local, pero conserva todavía hoy un carácter universal», explica el franciscano, experto en liturgia.

La colección de reliquias de la Custodia de Tierra Santa es «la demostración de lo que es la Iglesia de Jerusalén: tenemos testimonios relacionados con la iglesia naciente, como las reliquias de los santos del Nuevo Testamento y las de los santos que han sostenido el crecimiento de la Iglesia local de Jerusalén, entre ellos San Esteban y los padres de la Iglesia, pero también tenemos las reliquias de la hermana Miriam Bawardi, carmelita palestina, católica de rito griego, canonizada en 2015». No sería correcto pensar que la colección contiene solo reliquias de santos latinos, ya que la Iglesia de Jerusalén ha estado marcada por una pluralidad de ritos, por lo que la Custodia conserva las reliquias de santos sirios, bizantinos, melquitas y armenios. Jerusalén, centro de la fe cristiana, nunca dejará de recibir las reliquias de santos de todas las partes del mundo: santa Teresa del Niño Jesús, el beato cura de Ars, los jesuitas martirizados en Japón, los mártires de Gorcum, hasta Juan Pablo II. «Al igual que los peregrinos vienen de todo el mundo, las reliquias de los santos llegan aquí de todas partes de la Tierra», continúa fray Stéphane.

Durante su búsqueda, Guillaume también se emocionó al descubrir las reliquias de algunos santos queridos para él como «San Martín de Tours porque yo vivía en Tours; San Marcelino Champagnat, un santo de mi región, el Loira, fundador de los hermanos Maristas; San Juan Teófano Vénard, mártir de Vietnam, originario de Saint-Loup-sur-Thouet, en Poitou, donde viví», comenta divertido.

Fray Stéphane añade que «estas reliquias no son obras de arte y por lo tanto no pueden formar parte del museo, pero muestran la filosofía del Terra Sancta Museum. Un museo donde se da testimonio de este movimiento perpetuo: el Evangelio sale de Jerusalén y todo vuelve a Jerusalén». Y Guillaume concluye: «Lo que hace fascinantes a los santos es que nos muestran que es posible ser santos. Estas numerosas reliquias forman parte de la historia de esta Tierra, una devoción y una manifestación de fe que se remonta a los primeros siglos y que continúa hasta nuestros días. Me sorprende la veneración de las reliquias aquí en Tierra Santa con ocasión de cada gran solemnidad». Este es por lo tanto un tema que inspira mucho a nuestro arqueólogo que ya está soñando con escribir un artículo sobre esta colección nunca estudiada y que espera ser contada al resto del mundo.

(Traducido del italiano por Eduardo Moreno Calero)

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