Cepillo, dintel, cincel: un carpintero en la Custodia
El Terra Sancta Museum (TSM) conserva objetos que a lo largo de los siglos han sido obsequiados a los Frailes de la Custodia por humildes peregrinos, así como por soberanos que acudían a Tierra Santa desde todo el mundo. Entre los donantes de la Custodia, hoy hay quienes deciden poner a disposición su tiempo, como Maurizio Chiocchetti, ebanista y carpintero italiano, que viene a Jerusalén desde 2015, poniéndose al servicio de la Custodia y del TSM. Con su pasión por la carpintería, en los últimos años Maurizio ha producido objetos de arte y uso para la liturgia, restaurado también muchos otros y embellecido las oficinas de nuestro museo.
¿Maurizio, qué tipo de trabajo haces en la Custodia?
Maurizio Chiocchetti : Aquí me ocupo de carpintería y restauración. Nada más llegar, el primer año, comencé a pintar las puertas de la Oficina de Patrimonio Cultural. Entonces comenzó mi colaboración con fray Rodrigo, maestro de ceremonias, quien me pidió que hiciera los trabajos para las celebraciones solemnes y los hice, pero progresivamente. Es decir, partiendo de encargos pequeños y trabajos menores, terminamos haciendo cosas de cierta importancia, con resultados más elaborados que el encargo inicial..
Gradualmente mi tarea cambió. El primer gran trabajo que me encomendaron fue la restauración del coro de San Salvador. Y en los primeros días no había carpintería real en el convento. Había una habitación grande con maquinaria que funcionaba poco y mal. Y allí comencé estos trabajos que poco a poco han ido aumentando en volumen y complejidad. Así, de la creación de armarios o estructuras que servían para la celebración, se pasaba al mobiliario real de la iglesia, como la construcción de altares para las Clarisas de Nazaret. Hoy alterno la parte de la restauración (de marcos u objetos de época) a la de carpintería real.
¿Qué aspecto consideras más importante en tu trabajo?
Los muebles de la iglesia no son solo piezas antiguas que necesitan ser restauradas. Es necesario tener un conocimiento de la liturgia porque lo que se crea para la iglesia debe tener un significado litúrgico. Por eso, la relación y el contacto cercano con el maestro de ceremonias, fray Rodrigo, fue fundamental para mí y gracias a él pude conocer el mundo del mobiliario litúrgico. Sin tal colaboración y sin el conocimiento que de ella emana, la restauración en la iglesia no sería lo mismo.
Otra parte importante de mi trabajo es la observación de obras de arte realizadas en el pasado. Miro lo que se ha hecho, los objetos que ahora son irrepetibles en mi opinión, y me quedo asombrado. En ellos veo la motivación religiosa de los artesanos que, como yo hoy, estuvieron al servicio de la Custodia.
Los objetos que produces son al mismo tiempo objetos de uso pero también objetos de arte. ¿Qué significa esta unión entre uso y arte?
Todos los objetos que se usan en las iglesias tienen su propia utilidad: un altar es un objeto que se utiliza. Igual así, el edículo de un santo se usa para el culto. Para su realización parto de mi pasión por el material vivo, que es la madera. Se le unen varios estudios que he realizado sobre mobiliario y restauración en varios periodos históricos. A través del conocimiento, litúrgico y artístico, y a través de habilidades manuales, trato de hacer legible lo que yo entiendo: cada objeto tiene un mensaje o una historia que contar y con mi trabajo trato de enfatizarla.
Las puertas que realizo, al igual que las de la Oficina de Patrimonio Cultural, nunca son sencillas sino ricas en decoraciones, a través de las cuales intento transmitir la idea de la importancia del lugar al que dan acceso.
¿Cuál es tu especialidad?
Me encanta hacer molduras. Con una moldura puedes darle una estética completamente diferente a un mueble. Incluso el mobiliario más simple puede verse hermoso si está decorado con una buena moldura. El resultado final es completamente diferente.
Claro, hay mucho que hacer detrás de una moldura. Trabajas con precisión con el cortador y cuando construyes una pieza, necesitas tener en mente todo el proyecto, con todos sus detalles y medidas. Y eso me gusta mucho.
Uno de los objetivos del museo es potenciar la artesanía local. Su presencia aquí recuerda aquella tradición de aprendizaje que en la antigüedad caracterizó a la Custodia, con los talleres donde los frailes enseñaban los oficios a la población local. ¿Qué piensas?
Descubrí que algunos de los objetos que más me gustan fueron creados cuando aquí existía una carpintería, dirigida por frailes que tenían como ayudantes y aprendices a habitantes de Jerusalén y alrededores. Este aspecto siempre me ha fascinado porque en los objetos de este período podemos ver el bagaje cultural y el conocimiento que subyace en ellos. Esta huella es típica en un taller donde se aprenda carpintería y que dejó de existir cuando cesó esta actividad de la Custodia. Y también la artesanía local se vio afectada por la presencia e influencia de los frailes. Por supuesto, si la tradición del aprendizaje continuara hoy, sería ideal: creo que hay una gran necesidad de ello.