Presentados nuevos hallazgos arqueológicos en Getsemaní
Un baño ritual de hace 2000 años y los restos de una iglesia del periodo bizantino (de hace aproximadamente 1500 años): estos son algunos de los hallazgos arqueológicos más importantes de las excavaciones realizadas en el valle del Cedrón, al pie de la iglesia de Getsemaní en Jerusalén.
Durante las obras de construcción de un túnel subterráneo para conectar la basílica de la Agonía con el valle inferior, propiedad de los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, se encontraron varios restos que llevaron a la Autoridad de Antigüedades Israelí (Israeli Antiquities Authority) a hacerse cargo de las excavaciones para salvaguardar el sitio. Bajo la dirección de los arqueólogos Amit Re’em y David Yeger y con la colaboración del Studium Biblicum Franciscanum, fue posible realizar algunos descubrimientos arqueológicos importantes, que se presentaron el lunes 21 de diciembre 2020, en una rueda de prensa en Jerusalén, en el propio sitio. Asistieron los dos arqueólogos israelíes, el Custodio de Tierra Santa fray Francesco Patton, el arqueólogo fray Eugenio Alliata y el decano del Studium Biblicum Franciscanum, fray Rosario Pierri.
Un hallazgo muy importante es el de la Mikve, baño ritual purificador en la tradición judía, de la época del “Segundo Templo”, es decir, de la época en que vivió Jesús. “El descubrimiento del baño ritual probablemente confirma el antiguo nombre del lugar, Getsemaní – explica el arqueólogo Amit Re’em –. La mayoría de los baños rituales del periodo del Segundo Templo se han encontrado en casas privadas y edificios públicos, pero algunos fueron descubiertos cerca de instalaciones agrícolas y tumbas, en cuyo caso el baño ritual se encuentra al aire libre. El descubrimiento de este baño, que no está acompañado de edificios, demuestra probablemente la existencia de una industria agrícola aquí hace 2000 años, quizá productora de aceite y vino. Las leyes judías de purificación obligaban a los trabajadores en la producción de vino y aceite a realizar baños purificadores. El hallazgo del baño ritual, por tanto, puede sugerir el origen del antiguo nombre del lugar, Getsemaní (Gat Shemanim, “almazara”), un lugar donde se producía aceite ritualmente puro, cercano a la ciudad”.
El hallazgo de la Mikve es un importante testimonio del tiempo en que vivió Jesús, ya que en esa zona los únicos restos encontrados de la misma época eran monedas, halladas durante las tareas agrícolas en el terreno de Getsemaní. “Algunas monedas eran también de épocas anteriores a la de Jesús, y hay una de la época del gobernador Poncio Pilato”, explica el arqueólogo fray Eugenio Alliata.
La basílica de la Agonía, construida entre 1919 y 1924, se alza en el lugar donde, según los Evangelios, Jesús se retiró en oración antes de la Pasión y después fue arrestado, tras la traición de Judas. Cuando se colocaron los cimientos del edificio, se desenterraron restos de iglesias del periodo bizantino y cruzado, pero solo las excavaciones más recientes han revelado los restos de una iglesia previamente desconocida que fue fundada a finales del periodo bizantino (siglo VI d.C.) y siguió utilizándose durante el periodo omeya (siglo VIII d.C.).
Dotada con un suelo de piedra, la iglesia presentaba un ábside semicircular, pavimentado con mosaico, decorado con flores de colores a lo largo del borde. “En el centro debía haber un altar del que no se han encontrado vestigios. Posterior es una inscripción en griego, visible aún hoy, que data de los siglos VII-VIII d.C.”, explicaba fray Eugenio Alliata. Descifrada por la doctora Leah Di Segni de la Universidad judía de Jerusalén y por fray Rosario Pierri del Studium Biblicum Franciscanum, la inscripción está dedicada a la memoria de un difunto, con una referencia al sacrificio de Abraham, que se menciona en la Biblia.
Junto a los restos de la iglesia bizantina, todavía en la actualidad se puede ver la estructura de un gran hospicio para peregrinos o monasterio del periodo medieval, dotado de sofisticados sistemas hidráulicos y dos grandes cisternas de seis o siete metros de profundidad, adornadas con cruces. El arqueólogo Amit Re’em contó que las cruces fueron gravemente dañadas por desconocidos la noche siguiente al hallazgo de las cisternas: “Según rumores locales, una antigua leyenda hablaba de un tesoro de oro escondido detrás de las cruces. Probablemente los que las destruyeron estaban buscando eso”.
Varios arqueólogos franciscanos realizaron estudios en el pasado en la zona de Getsemaní. Fray Eugenio Alliata, en su intervención en la rueda de prensa de presentación de los trabajos, quiso recordar algunos, como el padre Gaudenzio Orfali, autor de un volumen sobre Getsemaní y fallecido prematuramente en 1926, y el padre Virgilio Corbo, que en un escrito de los años sesenta ilustró los hallazgos posteriores a la construcción del muro de contención de la carretera. “Getsemaní es uno de los santuarios más importantes en Tierra Santa – recordaba el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton –. Como ya tuve ocasión de recordar recientemente, es un lugar de oración, de violencia y de reconciliación”. De hecho, allí se retiraba Jesús para orar, como millones de peregrinos después de él, pero allí también Jesús fue traicionado y arrestado. Es un lugar de reconciliación también entre las naciones que se enfrentaron durante la Primera Guerra Mundial y que quisieron contribuir a la construcción de la basílica moderna que, precisamente por eso, se llama Basílica de las Naciones”. (Leer el discurso completo).
A continuación, el Custodio de Tierra Santa destacó la colaboración entre las diversas instituciones implicadas en estas excavaciones: “La colaboración entre la Custodia, el Studium Biblicum Franciscanum y la Israel Antiquities Authority no es nueva y ya ha dado muchos frutos. Aprovecho esta oportunidad para agradecer de forma especial a los responsables de esta excavación, Amit Re’em y David Yeger. Espero que esta misma colaboración siga siendo igualmente fructífera en el futuro”.
Artículo publicado en www.custodia.org